LA CRÓNICA DE JESÚS (Y DE PABLO)
Recién salido del box, ya con la cabeza remendada y a la espera del resultado del TAC, le pregunto:
—Pablo, ¿Qué tal?
—Jodido… —me responde.
—Lógico —le digo.
Pero rápidamente me replica:
—Pero no por la p… cabeza, sino por el resultado.
Sigue hablando:
—¿Viste el penalti?
—¿Cuál?
—El primero que me hacen, me desequilibro por completo. Del segundo, que me quedo tirado en el campo, no hablo porque no me enteré.
Le digo:
—Vale, olvídalo, concéntrate en tu recuperación.
Pero él, erre que erre, aún estaba en el partido, y eso que eran las 12 y pico de la noche.
Y entonces me empieza a hablar de que en este partido, y muchos más, la cosa se decanta dependiendo de los errores que hace el contrario, y no gana un equipo porque desarrolle más futbol; yo, en aquel contexto hospitalario, sin profundizar mucho en por qué se gana o se pierde, le digo “tienes razón”, así que sin mucho esfuerzo y sin darse él cuenta me da las pautas de esta crónica, y de su boca salen de modo muy esquemático las siguientes frases:
“Falta de intensidad y concentración en las dos jugadas de gol en contra”. No contento con criticar a la defensa, se mete con los de arriba (él incluido), que en la primera parte “no hicieron ni una buena, ni una decente, nada de nada”.
Y pasa a hablarme de la segunda parte más o menos así: Ellos tuvieron las mismas cagadas en defensa y se fueron abajo en general, pero de nuevo y por un fallo nuestro se hacen con el partido. Y me dice: “¿Te das cuenta de que muchos partidos se ganan o pierden por los errores más que por el buen juego?”.
Y yo le digo: “Tienes razón”.
Sal U2
Jesús
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